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21 feb 2010

Invictus


En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias, al Dios que fuere,
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias,
no he gemido, ni llorado.
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado, 
jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror.
No obstante la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.
Ya no importa cuan recto halla sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a la espalda.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma

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